Barcelona World Race 2011 – A bordo de un Imoca 60

Primera experiencia a bordo de un Open 60 como los que participan en la inminente Barcelona World Race, la regata oceánica que dará la vuelta al mundo sin escalas.
Durante la mañana hemos podido ver como es el paddock de un evento como este. Actividad intensa de todos los equipos poniendo a punto sus barcos para la salida el próximo 31 de diciembre. Arreglos en el mástil, reparación de algunas roturas, ajustes en los timones y las quillas, nadie estaba parado en el hangar que la FNOB ha puesto a disposición de los participantes.
El Paprec Virbac sale del hangar para colocarle la quilla basculante, en el exterior dos navegantes repasan obsesivamente centímetro a centímetro la unión de la jarcia a su mástil, que extendido sobre el suelo todavía parece más largo. El Central Lechera Asturiana está amarrado a la espera de la llegada de su nuevo mástil, roto durante el traslado desde el mar Cantábrico. El Foncia zarpa para una prueba de mar y ahí, junto al resto está nuestro barco.


El Mirabaud es ya un veterano en estas lides y cuenta con más de una vuelta al mundo. De hecho, su peso y algunas de sus características ya no lo hacen de los más competitivos, pero no deja de ser un gran velero, robusto, fiable y que puede aún dar muchas vueltas más.
Jan, el director, nos muestra parte del equipamiento que llevará a bordo el Estrella Damm de Alex Pella y Pepe Ribes. Raciones hipercalóricas para tiempo frío, aumento de hidratación para las zonas ecuatoriales, todo bien estudiado y con golosinas ocasionales para levantar el ánimo. Herramientas, medicamentos, elementos de seguridad, no se deja nada al azar.
Cuando llega Natalia, nuestra skipper, partimos en seguida y aprovechamos la calma de la dársena para izar la mayor, que es un poquito más grande de lo habitual 🙂

Sopla poco y hemos de dar motor en busca de alguna racha, algo de mar de fondo que el Mirabaud negocia sin inmutarse. La rueda es grande y muy sensible, con apenas un gesto haces virar los más de 18 m de eslora sin ningún esfuerzo. Vamos en busca de viento que apenas llega, el Mirabaud escora y acelera a la mínima racha, mostrando su carácter de purasangre, pero en cuanto el viento cae la mar de fondo nos vuelve a frenar. La ventaja de llevar un casco tan plano, es que las olas de través le afectan bastante menos y anticipando un gesto de muñeca las compensas muy bien.

De vuelta a puerto nos cruzamos con el Foncia, de Michel Desjoyeaux, que sigue haciendo ajustes. Nosotros hemos de volver pero nos prometemos intentarlo de nuevo. Ha sido una experiencia fantástica, pero la próxima pediremos un poco más de viento 🙂
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